Sala 03 y 04

 

LAS ESCUDILLAS (ESCUDELLETES) DEL MUSEO PARROQUIAL DE SINEU

El museo ha conservado varios centenares de piezas de cerámica (escudilla), muchas de ellas con decoración árabe. Estas escudillas fueron encontradas en dos pozos dentro de la Iglesia. Son piezas que se remontan al periodo del siglo XIV al XVI, pertenecientes a escuelas de cerámica valencianas y catalanas.

El año 1927 se realizó el primer hallazgo de las escudillas en la actual capilla de Santa Catalina Tomàs. En la siguiente década, al poco del segundo hallazgo de las escudillas en la capilla de Sant Antoni en 1934, y a instancia del entonces rector Andreu Mas i Soto , gracias al trabajo de los entonces seminaristas Bartomeu Mulet i Ramis y Bartomeu Gomila i Vallespir se creó el Museo Parroquial con un planteamiento museográfico especializado en cerámica. 

Durante años estuvo en los porches de la Rectoria. Fue en 1995 cuando, a iniciativa del rector Joan Parets i Serra, se creó una nueva museografía, más didáctica, y se instaló el museo en la planta baja de la rectoría –con la colaboración del Ayuntamiento–. 

Los trabajos de catalogación y montaje de la exposición los realizó la arqueóloga e historiadora del arte la doctora Elvira González Gozalo. Después de un periodo de reestructuración de las instalaciones de la rectoría, entre los años 2015 al 2023, se volvió a abrir de nuevo el museo y se crearon nuevos espacios. 

El ENIGMA DEL USO DE LAS ESCUDELLETES

Todavía hoy, una de las incógnitas de la historia local sineuera, es el origen de los centenares de escudelletes localizadas a la parroquia y su significación. Hay quién las ha vinculado con el sacramento de la comunión de los enfermos –escudillas de comulgar–; otros con el sacramento de la unción de los enfermos poniendo el algodón con el aceite bendito; con posterioridad se ha relacionado con el sacramento de la eucaristía y la recepción de la comunión donde serían usadas a modo de patena. 

La última propuesta interpretativa, sin descartar las precedentes es la del antropólogo e historiador Andreu Ramis y Puig-Gordo. Este propone, a partir de un paralelismo etnográfico, una vinculación con un rito mortuorio bastante extendido en el espacio y el tiempo; se trata del rito de depositar un recipiente con sal sobre el cuerpo del difunto con fines profilácticas y protectoras, estrechamente ligadas al concepto de incorruptibilidad, pero también con una elevada carga simbólica, mágica y supersticiosa.